jueves, 5 de diciembre de 2019

Haz el favor, Terencio

Vas aquí, tú, de nombre perdido para la historia, porque no sé dónde más ponerte y descompones entonces el cuaderno, que anda el último Medioevo -noción moderna de muy mala leche, aclaro siempre al menor pretexto- por cuando rumbo había en ese planeta luego llamado Viejo Mundo. 
Naciste esclavo y te rebautizaron por el senador a quien servías y descubrió tus dotes. De ti viene, aclaramos ya, el originario Nada humano me es ajeno, cuyo sentido dijo descubrirme E desatinando un poco, pues si pronunciado por El verdugo de sí mismo daba pretexto para hacer comedia con enredos amorosos cuya lectura fustigaría la Iglesia, ciertamente parecías introducír entre los romanos un sentido universal de la especie. Y eso, amigo, creo que solo era posible gracias a tu herencia "bereber" y por tanto extendida hasta el Sahara occidental o más allá. 
¿Esta desquiciante belleza negra, de la cual se enamoró mi amita, estaba emparentada contigo dos mil años después?
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