lunes, 2 de agosto de 2021

Demasiado humano, La crónica interminable y Red de agujeros

 

Hay historiadores y viajeros por la historia. Soy uno de éstos aunque dediqué casi toda mi vida a investigar o difundir temas del pasado. Me guiaba no una vocación profesional sino sobre todo los compromisos con el presente, aunque no resistía tampoco la mera pasión viajera, yendo siglos arriba y abajo aquí y allá por donde quiera.
En 1980 conseguí una plaza para seguir al movimiento obrero mexicano años 1900, mientras tenía la cabeza bien dentro de su actualidad y así pude entender lo que a los académicos no se les daría nunca. Al año siguiente me renunciaron por algo previsible: armar alharaca a la patronal, jeje. Y para 1986 tuve el gran regalo: una beca hasta 1992. Paseé entonces por donde las ganas mandaran en los cinco continentes, alrededor del expandirse marítimo europeos. Y así luego...
Esto no es curso, solo un más o menos disciplinado ir y venir que abre pequeñas ventanas, convocando a la anécdota con prosa mínimamente digna. Espero se diviertan y su imaginación despierte, mientras retamos discursos impuestos por el poder. Uno de ellos afirma que lo bautizado como Occidente se debe a sí mismo y creó el futuro maná de la especie. Según otro, "bárbaros" y civilizados son especies irrenconciliables y bien habría valido exterminar a los primeros apenas nacieron. El tercero reza: las mayorías nacieron para obedecer y todo se le adeuda a dos docenas de individuos por generación. 
Confió que los demás estemos a tiempo de hacerles pagar sus vilezas y a ratos me mexicanizo para escupir verdades. Por ejemplo: vayan a la verga, culeros.  

Dejen presentarles adelantos de mis tres blogs o cuadernos dedicados a la historia. 

La crónica interminable

I

“A COMISIÓN PERMANTE DE SEGURIDADDE LA SOCIEDAD DE LAS NACIONES GINEBRA.  AVIACIÓN FASCISTA ASESINA DIARIAMENTE MUJERES Y NIÑOS DESTRUYENDO PUEBLOS ENTEROS CON SU METRALLA PUNTO MUNDO CIVILIZADO DEBE INTERVENIR CESE TANTO CRIMEN PUNTO CASO CONTRARIO NO RESPONDO PUEDA PASAR CINCO MIL PRISIONEROS TENEMOS CÁRCELES ASTURIAS AUN CUANDO HAGO TODO LO POSIBLE ES DIFÍCIL CONTENER PUEBLO.”

Eso firmó mi abuelo cuando entre 1936 y 1938 dirigía una pequeña república semiautónoma en lucha, más que contra la España Negra fustigada por el poeta, para detener a Hitler y Musolinni.

Lo vemos aquí participando a su pueblo la protesta hecha.  

Murió en 1950 y cincuenta años después vino a vivir conmigo para cuidar el libro que escribía sobre aquellos asuntos. 

Hoy, cuando inicia la crisis civilizatoria que con suerte puede llevarnos a sociedades más solidarias, libres, equitativas, emprendemos juntos una aventura rumbo a pasado y presente, ayudando según nuestras fuerzas.

Tiene muy pocas pulgas ese mentor que trabajó en la minería y apenas protesto por cualquier cosa amenaza meterme dinamita en salva sea la parte.

Bromeo a ratos pues sin humor resultaría pesadísimo el encargo que nos dieron quienes no están más, conforme decía un gran tipo: Se lucha sobre todo a nombre de las y los de antes, muertos
combatiendo por
justicia.

II

Para lo esencial, Belarmo y yo buscamos al pueblo llano y al ir al pasado nos cuesta trabajo encontrarlo. Se registran reyes, princesas, guerreros majestuosos, y nunca, como advirtió un poema (https://introduccionalaproblematicahistorica.wordpress.com/2013/02/03/brecht-b-poema/), a campesinos, albañiles, simples soldados y quienes también arán y a su vez cocinan, cuidan niños, etc. y son objeto predilecto para cobrar cualquier cosa, vejándolas.

En tales circunstancias cuesta mucho dar con la negritud africana.

-¿Hay otra?

-¿Y los millones llevados lejos por el tráfico esclavo?

Seguimos entonces al León el Africano que hacia 1492, justamente, fue expulsado de Granada, la tierra donde nacieron muchos antecesores suyos. Musulmán, atravesó desiertos hasta alcanzar Tombuctú.

Alguien no muy lejano a él hizo otro tanto con no solo su persona. Cargaba doce mil manuscritos que le servían de biblioteca y animó se creara una universidad.
Les fue así descubierta una ciudad "edénica" y solo trataron con principales.

Un alto

Si voy a traerlos de aquí para allá debo cuidar que no se extravíen, lectores.

Esos dos hombres a quienes vemos pertenecen a familias cuyas familias habitaron por hasta siete siglos Al Andalus, una entidad político, cultural y religiosa que ocupa el sur de la península ibérica. Después les llamarán árabes y en realidad son bereberes, como se nombran los pueblos norafricanos convertidos al Islam cuando Mahoma hizo la más sorprendente campaña para extender su fe creando nuevas sociedades. 

Después abundaré en el tema y basta decir ahora que allí, al modo de Medio Oriente y a su manera la India, nacieron entonces "reinos" ricos, muy desarrollados en artes e ideas y tolerantes con judíos y cristianos, a los cuales no fuerzan a convertirse pues la fe musulmana se concibe como culminación bíblica. 

León y quien lo siguió en tiempo, representan, pues, a este lado occidental, lo mismo en África que en Europa, espléndido que empieza a opacarse debido a los asaltos de la cristiandad comandada por un  Vaticano cada vez más inmoral.

Recuerdo al paso que en mi juventud, cuando se hacía referencia referencia al lugar más lejano e inhóspito, decíamos Eso está en Timbuctú, mal nombrando a esa ciudad ante la cual los traje.

Volviendo a la crónica:

-No nos sirven -dice Belarmo con coraje contemplando a nuestros dos personajes. Lo hace tras el breve optimismo producto de una muchachita esclava. Es regalo dichoso, conforme a León, y por tanto ajena los seres comunes y silvestres que pasan en sombras, a lo decorado, y eso enfurece a mí compañero quien niño vio a sus padres, abuela, hermanas, tratadas como tal. Tenía ya el encendidísimo carácter que ejemplicaré más tarde y ahora sale corriendo de allí, para no ponerme en riesgo con sus reacciones.

Ello mismo lo hace enamorarse del Negro del Victoria, que casi al mismo tiempo encontramos hacia 1900, merced a un gran escritor y marino.

La escena a continuación transcurre entre el registro de tripulantes: 

"Un negro en el alcázar de un barco británico es un ser solitario (...) 

"-¡Wait! -gritó una voz llena y retonante. Todos se detuvieron (...) Apareció una alta silueta de pie sobre la batahola.
"Descendió abriéndose camino entre la tripulación; sus pasos se encaminaron hacia la linterna del alcazar (...) Era alto, la cabeza se perdía entre la sombra que proyectaban las embarcaciones. Lució la blancura de sus dientes y de sus ojos, pero no pudo verse el rostro. Las manos grandes parecían enguantadas (...)
"El grumete, estupefacto como todos, levantó la linterna (...): era negro. Un rumor asombrado (...) corrió a lo largo de la cubierta y se perdió en la noche.
"Pero él pareció no oír nada. Se plantó en su sitio, marcando un tiempo con gesto rítmico (...) 
"El negro se mostraba sereno, frío, dominador, soberbio. Los hombres se habían aproximado y permanecían tras él en masa compacta. Pero les pasaba a todos media cabeza.
"-Soy del barco -dijo.
"Pronunciaba claramente, con dulce precisión. Los acentos profundos y brillantes de su voz recorrieron el puente sin esfuerzo. Era naturalmente desdeñoso, condescenciente, sin afectación, como hombre que (...) hubiese medido la inmensidad de la locura y tomado el partido de ser indulgente."
-¿Te imaginas el momento, nieto? No para los demás. Me refiero a él, cósmicamente solo desde que lo apresaron, ¿dónde? 

-¿Sería yoruba, pueblo predilecto para los traficantes de hombres, mujeres y niños?

Primer mapa europeo sobre África. 1554.

Que el África Negra se narre por sí misma en artes plásticas y música. Con los yoruba no podemos ir lejos temporalmente, dicen, si hablamos de tallas pues su material es madera. 

Busco en nuestro mejor, voluminoso libro, publicado hacia 1950 por intelectuales europeos muy prestigiosos. No avanzamos nada al compararnos con el subcontinente subsahariano, declaran.

Creían lograrlo sobre todo desde el fin de la pintura figurativista, que significo el impresionismo, el cubismo, etcétera.  

En música mis oídos no encuentran par tampoco, dispersa por mil lados: Brasil, las Antillas, esos 

fenómenos revolucionarios llamados jazz y rock.

¿Debe renunciarse, entonces, a encontrar personajes con nombre?

 

III

La Reina de la Roca Gris, la señora celta que se queja en los poemas y que aun marchita, despojada de sus hermosos atavíos precristianos, ha seguido cuidando por la provincia de Munster, contempla impotente cómo el fuego se ceba con los campos destruyendo cosechas, frutos y aldeas, y los hombres, enfermos de comer hierbas, se arrastran por la tierra y mueren, para que hambrientos lobos, perros y niños se lancen sobre sus cadáveres. No ha sido el azar o la intempestiva, enloquecida reacción de un ejército enemigo, la culpable. La obra es parte de una concienzuda política de exterminio, que se pone en práctica al fracasar las horcas y los descuartizamientos públicos, “la instigación de hermanos contra hermanos, la gratificación a espías, delatores y asesinos, las altas recompensas por las cabezas de los caudillos rebeldes”.

Los anglonormandos han alcanzado Erin en los años mil doscientos, pero ellos y los colonos escoceses que se trasladan a allí están reducidos a un extremo  de la isla. Hasta este siglo XVI en que el occidente europeo anuncia dominar al mundo y el Cromwell en que según un cuento en gaélico se disfraza Satanás, conduce a una nueva monarquía inglesa que sabiéndose rezagada, fuerte y libre a una vez, se apresura a irrumpir en el reparto y cambiando el escenario del destino manifiesto de la Utopía,  empieza por Irlanda.

La isla es botín y escuela para hombres que harán huella del otro lado del Atlántico. John Hawkins, el pirata que asolará el Caribe e inaugurará el tráfico inglés de esclavos, recibe sus primeras clases aquí, igual Humphrey Gilbert, el primero que en Terranova declarará la posesión formal de suelo americano, y su medio hermano, Walter Raleigh. Personajes menores que en la isla se vuelven Sires y comienzan a hacer de Inglaterra la tierra de las ultramarinas promesas y la avidez sin escrúpulos, dando forma a la mentalidad que permitirá toda clase de extremos con los pobladores del Nuevo Mundo.

“Los irlandeses fueron tratados de la misma manera con que más tarde se trataría a los indígenas americanos”, escribe un historiador alemán sobre la conciencia colonialista que empieza aquí y que hace familiares a los contemporáneos las frases que Shakespeare pone en boca de Ricardo II, uno de los precursores de la tarea:

"Era preciso exterminar a esos bárbaros y velludos kerns,

que viven como veneno donde ningún otro veneno,

excepto ellos, tiene el privilegio de vivir"

El noble inglés que nos trae las escenas de la campaña aquélla en Munster, bien podría hablar del trabajo de las compañías coloniales en América, cuando exclama horrorizado: “No se daba mayor importancia en aquella provincia a la muerte de un nativo que a la de un perro rabioso”. “¡Busquemos alguien que matar!”, era la frase de los oficiales de la reina Isabel, protectora del teatro, cuando el aburrimiento los alcanzaba o sentían enmohecer sus miembros, en los descansos de una empresa que copiaba a la de los adelantados españoles de las Antillas, de Mesoamérica o el imperio inca, sin cargar Leyendas Negras. El Raleigh vitoreado por los libros de texto, que en breve despejará el camino a la Virginia de los discursos fundacionales, comienza a labrar su destino en esta Irlanda, encabezando el degüello de 400 guerreros, para recibir en recompensa 17 mil nada despreciables hectáreas.

Gracias a estos esforzados y a sus seguidores, en poco más de cien años y a pesar de la constancia, la extensión y la ferocidad de la resistencia acaudillada por hombres a la altura de los guerreros legendarios, todo habrá pasado a ser propiedad o derecho de alguien. Del gobierno, de la Iglesia y de los terratenientes ingleses, antes que nada. Aunque no es más que el principio del despojo y de la rabia del pueblo, para quien más que nunca el pasado y la patria adquirirán hermosos, enormes y desgarradores tamaños. Más que nunca resuena por aquel país de bosques, de escarpadas montañas, de pantanos y mares revueltos, el grito de la tierra que un bardo del siglo V había recogido del pasado: “Mis hijos no se achicaban. Corc o Nial no volvían las espaldas... juntos hacían de Erin sus hazañas”.

Es entonces que no se sabe si un poeta presagia o promete:

"El mar será un fluido rojo y el cielo como sangre

"Sangre roja de guerra teñirá el mundo hasta la cumbre de los montes..."

-Después te mostraré en la propia Irlanda como fuimos desposeídos los más para que el Gigante siguiera su obra -dice Belarmo.

 

Demasiado humano

I

Hay buenos motivos para iniciar en la bahía de Santiago de Cuba una mañana de noviembre de 1517. Y también para hacerlo sin fecha en la tierra donde las montañas cambian de lugar a saltos y desde un manto invisible, sobre mocasines alados, hace su aparición el Niño de Piedra, producto del guijarro que preñó a la primera mujer sioux.

No estoy seguro qué historia perseguimos. ¿La de una pasmosa revolución de los tiempos y los espacios humanos, cuyo resultado obra de diabólica manera a comienzos del siglo XXI?

Vayamos a un inicio distinto a los planeados: las columnas de Hércules o Melkart, si quieren, en 1325. Más bien, a un centenar de kilómetros al oriente de ellas, pues nuestro guía, Ibn Battuta, abandonó hace días la ciudad erigida frente a aquél brutal encuentro del Mediterráneo y el Atlántico, en la cual nació: Tánger, desde cuya costa aledaña puede distinguirse Europa.

Empezaría así a cubrir tres veces la distancia que hará famoso a Marco Polo, el paisano de Cristóbal Colón cuyo diario de viajes alimentará el descomunal apetito en quienes dirigirán la conquista del Nuevo Mundo.  

No conozco Argelia más por el breve paseo que hice por su capital, una gran película y las descripciones de diarios más o menos contemporáneos a la época en la cual estamos. Para ayudarme busco fotografías y redondeo la imagen de una tierra mágica. Battuta, nuestro personaje, descansa en una llanura cerca del mar, que en estos tiempos no cultiva la agricultura. Parece el eco del desierto del Sahara, muchos kilómetros a sus espaldas. En las fotos la tierra es rojiza y le crece una rala hierba. Por aquí las caravanas, como en esa que marcha ahora pagando por ello, pasean hace cuatro mil años quizás. Las dirigen los bereberes seminómadas, cuyos rostros en las estampas de mi computadora muestran como seres salidos de un cuento. Visten túnicas muy bellas en su sencillez y se cubren la cabeza y parte del rostro con telas de colores vivísimos: azules, anaranjados, rojos. Sus miradas guardan secretos que les dejan innumerables generaciones transitando a veces sin encontrar a nadie en días o semanas.
De no ser noche al fondo nuestros ojos distinguirían el mar, y el cielo sólo se iguala en riqueza al de los sioux del Niño de Piedra, a quien me referiré después antes. Sin duda como éstos, los pastores trashumantes guían más sus jornadas por el mapa de estrellas que por el ciclo solar.
El perfume de los árboles de dátiles lo conozco bien, porque a cachos pasé mi infancia cerca de ellos. Emborrachan un poco, ¿saben?, de dulcísima manera.
-0-
Saltemos cuatro siglos para encontrar al costado norte del Mediterráneo a un hombre singular para su época. Se llama Miguel de Montaigne y está en el estudio donde huye de su especie, pareciera, al fondo de una rica casona. La ciudad se llama Burdeos y 
pertenece a la Aquitania francesa, en la frontera con la España vasca. Nada más sé de ella y es una pena pues la región tiene una riquísima, enigmática historia, como cualquiera, dirán ustedes, y supera la norma, según creo. Hay muchas cosas allí que servirían a nuestros intereses y debo pasar de largo. 
Montaigne crea un nuevo género literario: el ensayo. Así, Ensayos, se llama la obra que escribe cuando queremos dar con él. Uno de los trabajos que van allí contempla asombrado la expansión ultramarina europea, que en esta primera etapa se concentra en la no hace mucho conocida como América, que también llaman Indias Occidentales en memoria y continuación de los delirios de Cristobal Colón y quienes lo apadrinaron. Imaginación sin control, ésta, que nace con Marco Polo. 
Don Miguel, el francés, dice entonces unas líneas soberbias: “Nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos, y nuestra curiosidad mayor que nuestra capacidad de entender; creemos asirlo todo y apretamos sólo viento”.
Para él eso hacen sus congéneres en el cuarto continente que conquistan a una velocidad de vértigo. Y el vértigo, creo, es la explicación del fenómeno perseguido aquí desde la caravana berebere. Bueno, una de las explicaciones. La otra relaciona íntimamente las palabras de Montaigne con una frase de Carlos Marx: "Todo lo sólido se desvanece en el aire". 
 
II

Hasta 1992 los estudiosos estaban seguros, puedo probarlo: la modernidad no tenía relación con el descubrimiento de América para Europa Occidental y hasta quienes se adelantaron en tesis sobre este y aquel tema vinculado tal vez leían al revés.

Cierto, en dos siglos y medio o tres la cristiandad latina hizo avances prodigiosos sobre múltiples materias: agricultura, comercio y banca, adquisición del conocimiento que produjo el clacisismo greco-latino e iraní y la tecnología china; centros educativos, urbanismo, ciencias y artes. 

Tomemos un año como referencia: 1507, cuando se publica la Universalis Cosmographia, planisferio de Martin Waldseemüller en que por primera vez aparece el Nuevo Continente, al cual bautiza como América y no Colombia o algo así, según debería esperarse si el florentino Vespucio, recién naturalizado castellano, solo fuera un navegante  con dos viajes tras los rastros del genovés don Cristobal, y quizás sobre todo comerciante, aunque reconozcamos, también se le daba la cosmografía y por ello publicó las dos obras que animaron al geógrafo alemán. 

Alemán, como Jacobo Fugger, al cual llaman el hombre más rico de la tierra hasta los años dos mil -bueno, en 2021 posiblemente lo superan los grandes beneficiarios del Covid-19-. Vive en Augsburgo, ciudad que cobija a su vez a los hermanos Wesler, banqueros con minas argentíferas y tratos de textiles holandeses, lanas inglesas y productos orientales, como muchos aquí y allá.

Volvamos atrás. ¿No podría esperarse que las innovaciones cartográficas fueran de castellanos, quienes gozaban la exclusividad papal del océano al Oeste, surcado por el Almirante, cuya reina defendía con celo un sentido identitario sin contagios islámicos y judíos? Por algo nuestra dama casó con Felipe, el titular de Aragón, Primogénito de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que se les sumaria con su primer varón, Carlos I de España y V de Alemania.

-Hagamos una sabía división del trabajo -debieron decirse la pareja y el Vaticano. -Unos conquistan y otros manejan los metales preciosos y cuanto recurso natural se expolie, y la sabiduría.

Si esos previos doscientos cincuenta o trescientos años trajeron en cascada riquezas e ingenios, lo que empezó a suceder fue pasmoso. Basta enlistar unas cuantas cosas: el reloj (1505), las primeras descripciones anatómicas precisas (1546), el microscopio (1590), y con ellos Paracelso, Kepler, Galileo... El Renacimiento, pues, que no será nombrado así sino cuando madure el discurso sobre la superioridad europea y los fermentos del capitalismo anuncien un avance colonizador imparable.

Entretanto España camina hacia la bancarrota, declarada hacia 1640. ¿Y los fabulosas beneficios obtenidos en sus colonias americanas, si la Nueva España por sí sola aporta durante el primer siglo lo luego invertido durante la Revolución Industrial? ¿Esa que con Inglaterra y Francia avanza hacia el revolucionario Estado nacional, es una tonta dilapidadora? ¿Adónde van a dar realmente las utilidades? Están en las ciudades italianas, alemanas, nederlandesas, que a cambio se retrasan políticamente justo por su pertenencia a los restos del imperio carolíngeo.   

¿Paso al correlato? Historiadores aventajados ven a Diego de Velázquez, Ponce de León, Pedro de Alvarado, Orellana -¿también Cortés y Pizarro?- enfebrecidos por las novelas de caballería, y me pregunto sino fue así y también al revés. Éstas nacieron en el Bajo Medioevo como clara continuidad de la literatura que acompaña a los guerreros fundacionales -Roldan, el Cid- y las Órdenes de Caballería. Pero se vuelven una peste cada vez peor escrita. 

El Quijote enferma más tarde, ya desechados prácticamente los Amadises. ¿A quien bate tu maravilloso personaje, Cervantes? ¿A la España contemporánea o la Modernidad? 

¿Y América? No existe por sí misma ni menos lo hará la negritud saqueada de seres humanos rumbo a ella.

Erasmo sería un personaje perfecto para seguir las historias pararelas, me parece. El reto de investigarlo desdorda mis circunstacias. En su lugar pongo este espléndido resumen biográfico sobre el autor del Elogio de la locura, tal vez la mente más lúcida de su época, que inaugura la modernidad.

Si "empieza a despuntar con las letras" en los 1470 y a regañadientes entra después a un monasterio, donde sin darse clara cuenta entra en contacto con la devotium "moderna" -nueva, debería decirse con propiedad-, "una doctrina religiosa sin cuyo concurso la obra de Erasmo es imposible de entender". Y se ordena sacerdote en octubre de 1492 -¿sorprende la recurrencia del año?-. "Las cartas que se conservan nos muestran a un joven tocado por los intereses de la época." 

Confrontará a Lutero, quien para 1525 -a dieciocho años de publicarse la Universalis Cosmographia- inicia un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal extendido entre muchas corrientes religiosas que reaccionan contra la profunda decadencia moral del cristianismo romano defendido a ultranza por los Reyes Católicos. Y será quizá el mejor amigo de Santo Tomás Moro, cuya Utopía aparece en 1517 y tiene como escenario tierras americanas.    

Demos un rodeo.

Tomándola de los chinos, Europa occidental echa a andar la imprenta cuando hacia 1450, groso modo, y en la Renania-Palatinado, Estado asociado alemán, Gutenberg convence a equis banquero para que establezcan un taller donde se empleen sus tipos móviles de metal. Publican cartas de indulgencia papales y una Biblia. Algo no va bien y ambos por aparte y cuantos los rodearon siguen el camino dando a luz nuevos textos religiosos. 

Poco después el Monasterio de Subiaco, Italia, imprime también con apoyo del Vaticano, y tenemos que esperar algunos años un verdadero salto, dado en la ya históricamente comercial Venecia, cuya vis le hace publicar ciento treinta títulos, casi todos de clásicos griegos y romanos hace dos, tres o más siglos conocidos por el mundo musulmán. 

Se amplia la base de clientes, pues, y los libros ofertados. París, Lyon, Rouen, Lovaina, Brujas, Amberes, Westminster y al fin Segovia copian el modelo, que en 1500 termina con la etapa de los incunables. 

Para entonces los españoles conocen La Celestina, "tragicomedia" que recoge "la vida prostibularia y rufianesca" y enseguida viven el gran fenómeno con Los cuatro libros de Amadís de Gaula y secuaces, cuyo éxito es casi por entero hispánico. 

Curioso, ¿no? A Castilla y Aragón hechas "una" les tienen sin cuidado los avances cartográficos a que dio pie Colón y a cambio solo entre ellas bulle la caballería andante. ¿Será porque a sus ojos se abren ínsulas y tierras firmes de cuento, adonde marchan primero cientos y luego miles de adelantados indianos, cuyos triunfos alborotan internamente

-debo aclarar esto último porque... ya se verá, jeje- Extremadura, Andalucía, Castilla la Nueva? Vaya casualidad, don Alonso Quijano vivirá en La Mancha.

El Amadis, escrito por Garci Rodríguez de Montalvo, escala la cima del éxito en ese género, advertimos. Lo logra envileciendo a quienes le precedieron -Curial y Guelf, tomemos por conocido caso en mis cuadernos- y trasladando geográficamente la imaginación.

Un mundo isleño puebla la fantasía en los siglos anteriores de Europa occidental y otras grandes regiones. Está situado al Este, como muestran Las mil y una noches o Viajes de Juan de Mandeville, festejada ficción "inglesa" que en el siglo XIV conduce a Egipto, Palestina y la Ruta de la seda, sin duda merced al efecto producido por Marco Polo y sus relatos. 

Si a Mandeville le obsesionan particularmente los riquísimos reinos que Polo descubrió para su cultura, las islas lo atraen también de manera poderosa: "En otra (...) hacia mediodía, viven gentes de feísima y malvada naturaleza, ya que ni ellos ni ellas tienen cabeza, sino la cara en medio del pecho (...) la boca torcida como una herradura (...) con el labio inferior tan enorme que, cuando quieren dormirse al sol, llegan a taparse la cara con sus mismos labios". 

Rodríguez de Montalvo elige, en cambio, las islas occidentales, empezando con una de halo Atlántico aunque durante esa primera aventura su padre adoptivo encuentre al futuro Amadis entre la Pequeña Bretaña y Escocia. Para entonces, recordemos, el ancestral Mare Incogitum ha sido retado por Portugal dentro del mismo proceso que llevará a Roma a repartir las "aguas exteriores", quien halla así Las Canarias, islas descubiertas poco antes.

Pero para cuando nuestro autor escribe, 1507-1508 según todo indica, Colón murió, los castellanos ocupan Las Antillas, Vespuccio también visito el Nuevo Continente y se publica la Universalis Cosmographia. Sino tiene idea de los avances cartográficos, sabe tanto como cuántos dedos hay las manos, que aquellos paisanos suyos hacen historia. 

Me pierdo la gran cuestión: el mercado, cómo se desarrolla. Los mil cuatrocientos italianos que revolucionaron las artes plásticas y la concepción del cuerpo humano y la naturaleza, fueron posibles gracias a mecenas. Éstos pervivirán hasta el capitalismo pero en términos de libros se conjugan ya con los compradores libres, llamémoslos así. Otro tanto sucede con el teatro, que da celebridad a la propia Celestina, presentada por compañías cuyo modelo viene también de Italia. ¡Carámbolas, menuda democratización en el disfrute artístico-intelectual! ¿Qué la trajo? ¿El mero impulso general del occidente cristiano? 

¿No juegan los tesoros y expectativas americanos, desparramados socialmente hasta o más que nada en la cola geográfica de la modernidad, cuya Iglesia va haciéndose el muro mayor contra las reformas religiosas?

Alguien estudió la procedencia de los conquistadores y colonos cada vez más españoles en el Nuevo Mundo. Hay allí un proceder clientelar que los liga de forma muy dispareja a ciudades y comarcas. Casi todos los indianos en Cuba con peso son extremeños y en la Nueva España primera nacieron en Medellín y sus alrededores. ¿Llegan allí derramadas de las riquezas obtenidas por Diego de Velázquez y demás, merced al envío a madres y parientes?   

Antes de acercarnos a El lazarrillo de Tormes, que abre camino en 1554 a la novela picaresca cultivada por Cervantes y Quevedo, ojeemos el teatro popularizado por La celestina. Ésta y las obras a continuación, dice un estudioso, "es, en buena medida, una sucesión de tanteos y de ensayos en busca de una fórmula dramática, la cual ciertamente sólo se verá alcanzada con la comedia de Lope de Vega y de su época". Y continúa: "Presentaba una trama perfecta y cerrada, unos personajes profundamente construidos como caracteres, una amplia variedad de situaciones dramáticas y un riquísimo diálogo y lenguaje literario (...) Los dramaturgos quinientistas, que sí conciben sus piezas para que sean montadas sobre las tablas —en la corte de palacio, en el escenario público o en el carro procesional, según los casos—, se verán obligados a acomodar el modelo a esas nuevas necesidades."·

"Yo vi en Salamanca la obra presente/: Movime acabarla por estas razones/ Es la primera, que estoy en vacaciones,/ La otra imitar la persona prudente; /  Y es la final, ver la más gente / Vuelta y mezclada en vicios de amor. / Estos amantes les pondrán temor / A fiar de alcahueta, ni falso sirviente" -ahora habla el autor, Fernando de Rojas.

Los grandes protagonista ya no son reyes, princesas, magnos guerreros, embajadores principalísimos, sino pueblo sin más. Si Leonardo, Miguel Ángel, Tiziano, etc., revolucionaron la plástica en el siglo atrás, ahora parece darse un salto a su modo mayor, pues los divinos personajes dejan la escena a una aristocracia más o menos perdularia y, antes que nada, a una ama de llaves y un primo sirviente burlador que persigue a la prima, cualesquiera. El público, además ya no está en palacio sino a ratos, y es más bien deleitada "chusma callejera".

Regresemos al Amadis, El Doncel del Mar, caricaturesco prodigio cuyas andanzas están envueltas en pasajes sin mínima gloria y Coronas de pantomima. 

Convertido en Caballero entre un absurdo intríngulis de reinos que, ni más ni menos, hace invasores a los irlandeses brutalmente sometidos por Inglaterra, su primer premio es la encantada Ínsula Firme", situada vaya a saberse hacía cuál punto del Océano trabajado cada vez con mayor ahínco en pos de Las Antillas, justamente bautizadas con ese nombre porque son prolegómenos de la India a la cual se busca todavía, y los litorales centroaméricanos. 

El escritor vuelve a la antigua, rica fantasía sobre islas, y hace vencer a su héroe en una que, aprovechando los pobres conocimientos de los lectores, sitúa entre la muy continental Bohemia y

Grecia, donde mata al Endriago, monstruo que entra a los célebres bestiarios venidos del medievo y que debería pertenecer al más allá ignoto -los sabios escarbando las fuentes griegas que les ayuden a comprender el mundo y Rodríguez de Montalvo juguetea sin pudor, jeje

 

Red de agujeros
 
I
A pie por el camino mi compadre Agustín y yo no nos cansamos de dar gracias a la fragancia de la hierba alta, jugosa, en la que pareciera no caber un tallo más, y a sus verdes suaves por el sol, siempre padre y aquí en un papel distinto a los muchos que decidió y no hacer en nuestro gigantón urbano. Padre sol y madre tierra, sabemos ahora, envueltos por ella y su prodigalidad. ¿O los géneros deben intercambiarse entre ellos, pienso recordando una milenaria leyenda de las naciones muy al norte de estos lugares, donde la luna, por ejemplo, era la tea de un celoso amante?
Deberíamos preguntar a los campesinos y campesinas que rinden el diario culto a las prodigiosas matas alrededor, divinos regalos entregados casi cinco siglos atrás a sus conquistadores, y se nos hurtan a la mirada por sus ocupaciones o deliberadamente, como el pueblo sombra que se me descubrió una mañana en una colonia de posesionarios y luego gracias al abuelo.
Todo enamora a nuestros ojos de ciudad: el contraste entre la vegetación y el rabiar azul del cielo, la franja arcillosa que serpentea frente a nosotros, el apenas perceptible reptar o trepar de pequeñísimos seres y esa terca soledad aparente que a lo repentino se viene abajo.
“-¡Bájense todos, hijos de la chingada!" –grita a los ochenta hombres en un camión de redilas “un señor grandote” que carga “un radio” -Bótense al suelo porque se van a morir.”
Ya está: el compadre y yo llegamos al momento que nos trajo hasta aquí.
Aguas Blancas se llama en paraje y no habría razón para la presencia de tal número policías apostados entre la maleza y tras sus camionetas, de no ser el castigo ejemplar que se aplica a miembros de la Organización Campesina del Sur.
“-Nos espantamos, pero yo no creía que nos iban a matar -–contará luego uno de ellos. Y otros:
“-Sentí que nos estaban cazando....
“-...me tiré al suelo... Oía los quejidos de las personas que estaban matando...
“-Me sentí mal al ver como nos habían trozado aquí de la cintura al compañero.
“-Cuando estaba ahí debajo del camión, pues yo sentía algo caliente que me caía aquí arriba, así, pero yo no creía de que fuera sangre. Y cuando ya nos sacaron de ahí ya vi que había muchos más regados así, alrededor del camión y adentro también.” (1)
Las con justicia llamadas fuerzas del orden dan el tiro de gracia a los diecisiete caídos, y la cámara de video que llevan corta mientras recomponen el escenario: los machetes de los campesinos asesinados se retiran para colocar rifles y pistolas en sus manos o cerca de ellas.
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El título del cuaderno tardó en recordar un poema escrito recién terminada la conquista de estos y otros pueblos por hombres que de la noche a la mañana surgieron de la nada: “Y nos dejaban por herencia una red de agujeros”(2).
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¿Por qué inicio allí el acercamiento a la historia de estas tierras cuya transformación en México no parecía todavía completada cuando yo crecía, durante los añós 1950? Cierto, había quien le llamaban así dos siglos atrás y en 1624 quizás puede encontrarse esa intención entre otros. 
Si el nombre quedó fijado con la guerra de Independencia, que 1821 vio culminar malamente, "nuestra" posrevolución tenía aún por reto desarrollar bien a bien su Estado y una identidad aunada a él.
Suave patria se titulaba la poesía que ganó entonces el certamen convocado para ello. El autor pasaba los días en un parque por donde los ejércitos revolucionarios atrevesaron de largo y conocía casi nada de los lugares recreados allí. Un émulo suyo ocasional, digamos, pues trabajaba sobre todo en prensa y radio, también como publicista, en 1940 desnudaría el empeño nacionalista con versos luego obligados en las escuelas:
"México, creo en ti,/ como en el vértice de un juramento (...) México, creo en ti,/ Sin que te represente en una forma/ Porque te llevo dentro, sin que sepa/ Lo que tú eres en mí; pero presiento/ Que mucho te pareces a mi alma/ Que sé que existe pero no la veo (...) México, creo en ti, porque si no creyera..."

Puedo seguir documentando este tesonero empeño hasta 1959, al menos, fecha en la cual publicaron el primer "libro de texto gratuito", que se volvería ley rehecho cada tanto para muy diversas materias.

-¿Por qué hablas de los popolucas? -preguntó desesperado un amigo al leer trescientas cuartillas que gracias a él se publicarían. Y pudo seguirse con ocho etnias "veracruzanas" en que me detenía siguiendo a viajeros contemporáneos a la intervención estadounidense, cuyo cumplido objetivo fue llevarse dos millones de kilómetros cuadrados, herencia novohispana al país en ciernes.

Ilustraba con ellos la desesperación de los liberales mexicanos al comentar el hecho apenas terminó: no había un entramado social, político, económico, cultural, que sustentara a una nación. 

Ni mencionaba allí al estado de Guerrero, que escojo ahora como punto de mira un poco por accidente, pues en los últimos años me encargaron tres sencillos libros y otro no tanto sobre historias sucedidas en esos lugares.

Influyeron también los viajes con que comencé a conocer la intimidad de tal y cual región guerrense. Desde ese momento no hubo para mí nada comparable. Podía encontrar hambre y miseria extrema y jamás derrota. No por nada su gente tiene fama de ser la más bronca en el país.  

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Costa Grande, llaman a la zona donde está Aguas Blancas. Dos mil quinientos años llevan poblándola los yopes, en una historia que no para de transformarse de incompresible sin muchos otros actores, empezando por los me phaa de la contigua Montaña donde la sierra termina de establecerse desde su nacimiento a unos cuantos kilómetros del océano Pacífico. Entreverándose, los nahuas que tomaron la lengua mexica antes y después de llegar los conquistadores, y en el extremo territorial hacia poniente quienes tienen por legua originaria el amuzgo.
Como hablantes se registran apenas quinientos mil de las cuatro etnias, con a veces hasta ochenta variedades dialectales. Eso no mide ni con mucho cuan profundas continuan siendo las raíces indígenas por casi todos lados.  
Imaginemos qué tan a los ojos estaban cuando comienza nuestro relato.

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Prometo cambiar el mapa
El punto sobre la Costa Grande donde la masacre, está cerca de Ayotla, ¿observan?, e Iguala se sitúa hacia el noroeste. Ahora la fecha es febrero de 1821 y por razones que explicaré después y ustedes conocen por los libros de texto, echamos exactos tres años atrás al norte cercano en el mapa y no tanto en la realidad, pues para llegar allí debe remontarse una cresta serrana: Taxco, rica, también pequeña ciudad sobre el escalón rumbo al gran altiplano. 
Doscientos hombres organizados en guerrillas fortifican un cerro que domina el lugar. Llevan una década en armas y entre ellos no hay indígenas y tampoco descendientes de los esclavos que llegaron del África negra y tienden a concentrarse en la Costa Chica, al oriente, donde el litoral se endereza, por decirlo así.
Dirige las acciones un hombre a quien respeto, que ustedes conocen por los libros escolares: Vicente Guerrero. Del respeto al culto hay un abismo. Sobre todo cuando se escarba un poco en sus iguales. Un amigo dibuja a las tropas de éstos desde 1810: "africanos, naturales y mestizos que a una orden del patriótico amo transitan de la condición de mano de obra a la de carne de cañón. Los negros y pintos de Galeana acompañan a Tata Gildo a la batalla como antes lo seguían a la pizca y a la zafra. Los ejércitos insurgentes reclutados en esta región no son, pues, voluntarios sino forzados; acasillados que pelean en guerra ajena como de ordinario trabajan por cuenta del patrón en tierras que no les pertenecen."(2) 
¿A su favor hablan las continuas revueltas comunitarias que estallarán en unos años, en especial hacia La Montaña, al extremo oriente, hogar nativo de los me’e phaa? ¿Cuánto participan éstos en las acciones que nos traen a 1818? ¿Y cuánto los naa savi, pobladores también de esa área y de otras dentro y fuera en el mapa, con sus muchas variedades dialectales, y los nahuas repartidos aquí y allá, y los amuzgos, dominantes en el sureste? ¿Hasta qué grado se han amestizado como conjunto, con la negritud, por ejemplo, concentrada en la Costa Chica, donde el litoral tuerce, observan?
Otros amigos lo contradicen: quienes van con Morelos y Guerrero lo hacen por convicción, siguiendo al líder que encarna sus demandas. Si pudiéramos preguntarles a los actores. Hay manera, hablando con sus herederos de hoy, que conocen el pasado a través de la memoria oral, aseguran mujeres muy entendidas. 
Todos tienen razón y se equivocan, digo humildemente, sin pretensiones de verdad.
 
II

Este hombre se llama Matías Monteagudo y en 1819 es inquisidor de la

Nueva Españaluego conocida como México. Va aquí porque sospecho sigue vivo y preside el linaje al cual dio vida así no yaciera con hembra alguna. Malditos Localesles nombro.

El pío religioso oficiaba en La Profesa, donde en 2012 celebraron una boda que reunió a lo más conspicuo de nuestra sociedad. 

Estaba entre los invitados, presidiéndolos envuelto en un cuerpo que robó a cierto seminarista de San Juan de los Lagos, que domina los Altos jaliciences y cuya especialidad es producir bellos ejemplares para la curia mundial, según aseguran.

 
   

 




 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

Viajero

 Sirva esto como introducción al cuaderno. 

Hay historiadores y viajeros por la historia, como yo. Éstos van donde presente y pasado le pidan u obliguen, según el caso y como esté a su mano. Andan así a la deriva, de aquí para allá, sin restricciones, hasta que reciben un mandato. Se lo dictan quienes encuentra andando, hombres y mujeres cuyo anonimato para los anales aceptan y agradecen anónimos  y  , en cada caso 

jueves, 5 de diciembre de 2019

Haz el favor, Terencio

Vas aquí, tú, de nombre perdido para la historia, porque no sé dónde más ponerte y descompones entonces el cuaderno, que anda el último Medioevo -noción moderna de muy mala leche, aclaro siempre al menor pretexto- por cuando rumbo había en ese planeta luego llamado Viejo Mundo. 
Naciste esclavo y te rebautizaron por el senador a quien servías y descubrió tus dotes. De ti viene, aclaramos ya, el originario Nada humano me es ajeno, cuyo sentido dijo descubrirme E desatinando un poco, pues si pronunciado por El verdugo de sí mismo daba pretexto para hacer comedia con enredos amorosos cuya lectura fustigaría la Iglesia, ciertamente parecías introducír entre los romanos un sentido universal de la especie. Y eso, amigo, creo que solo era posible gracias a tu herencia "bereber" y por tanto extendida hasta el Sahara occidental o más allá. 
¿Esta desquiciante belleza negra, de la cual se enamoró mi amita, estaba emparentada contigo dos mil años después?
SIGUE

 

sábado, 7 de septiembre de 2019

Siglos entreverados

Este video es sublime y contiene un paneo igualable, me parece, con que Televisa inauguraba un nuevo, revolucionario equipo y recogía al poder concentrado en el monstruoso México celptocrático. Su escenario es el templo de la antes Profesa. 
Por cierto, ese domingo de 2012 el movimiento #yosoy132 convocó una marcha que en cierto punto festivamente procuró estropear la boda.  

Tiempo atrás me pregunté en otro cuaderno por los aromas de La Profesa y su director, Matías Monteagudo, en 1817. 
Ya no sé si el tipejo seguía siendo santo inquisidor novohispano y a cambio no hay duda que dirigía la conspiración cuyo buen fin nos habría regresado siete años después al poder de España, para entonces otra vez bajo una monarquía absoluta. 
Aquél enjuto ángel infernal estuvo en primer plano cuando Iturbide triunfó, moriría aquí y seguramente su mano no dejó de sentirse hasta entonces, 1841. 
Alquien que conozco escribió una novela en que quienes más perversos son se vuelven inmortales y controlan el mundo. Me recordaba así a las clases dominantes mexicanas, que mudan cada tanto y parecen transmitirse los secretos -no digo nada nuevo, para esta tierra o cualquier otra, ¿cierto?
¿Matías y quién, al extremo contrario temporal? ¿Carlos Salinas?
Como sea, me atraparon los olores aquellos, que venían de maderas, telas, incensarios, rematando en el propio inquisidor, cuyo cuerpo no parecía haber probado placeres carnales -aunque eso cuesto trabajo creerlo, pues abuso sexual y poder se dirían consustanciales-. Eran perfumes que debía perseguir a lo largo de siglos o milenios por cuatro continentes.
Nuestro Ibn Batutta está relacionado con la ruta de la seda, gran canal donde viajaron los artículos suntuarios y acabaría produciendo lo perseguido en este cuaderno que recoge pobrisimamente ocho años míos en paseo por el planeta premoderno.