viernes, 7 de agosto de 2015

Demasiado humano

Al terminar busquen en mi casa el paquete con este título. Hallarán un borrador y tres libros que escribí cuando entre los cuarenta y los cuarenta y ocho años vivía con Él y el Nuevo donde T sugiere.
Abriéndolos y deteniéndose al azar sigan el paseo por nuestros cinco continentes, de Battuta a Colón, que remata con La invención de América, como Edmundo O´Gormann llamó a su trabajo.
Háganlo teniendo presente que “todos los sólidos se desvanecen en el aire”. Don Carlitos Marx y su socio no tuvieron tiempo de revisar a conciencia esas épocas y lugares. Sino, habrían observado a detalle el proceso.
Debo trabajar en serio para que este Demasiado humano no se confunda con la Crónica interminable.

E y S, nietos, nuestros cuadernos tienen problemas de orden. Este los lleva al colmo. Hay buenos motivos para iniciar en la bahía de Santiago de Cuba una mañana de noviembre de 1517. Y también para hacerlo sin fecha en la tierra donde las montañas cambian de lugar a saltos y desde un manto invisible, sobre mocasines alados, hace su aparición el Niño de Piedra, producto del guijarro que preñó a la primera mujer sioux.
No estoy seguro qué historia perseguimos. ¿La de una pasmosa revolución de los tiempos y los espacios humanos, cuyo resultado obra de diabólica manera a comienzos del siglo XXI?
¿Complicó el asunto si les pido gracias al pueblo de Brian O´Donnel, a quien a estas alturas debemos conocer por otro cuaderno, Para Morir Iguales, pues las facultades con las que su fantasía nos inviste permiten los viajes a voluntad por cualquier época y lugar de la tierra?
Juego, Ohsis nietos, como invitación a paseos extraordinarios para la Corte de Medianoche presidida por B, mi abuelo minero. 
Los coloqué a la cabeza del grupo por una foto. En ella de espaldas contemplan un mar muy al sur de los que hace medio siglo me formaron, sin nada que ver tampoco con el gris, turbulento ante el cual nació B.
No llegaron allí por casualidad. Los conducía la infancia perdida de su ma y el gran secreto. Sin saberlo eran el Ulises que busca la vuelta a casa y nada tiene que ver con el célebre poeta de la antigüedad, sino con la Grecia traicionada tres mil años después de él. Allí nació uno de sus bisabuelos maternos, a quien la memoria familiar da un romántico aire.
Al ver la foto entendí: a ustedes se les revelarán los misterios de los que estamos hechos los siempre desdeñados, para nuestro reconocimiento desde el primer día, desde el primero.
La música que escuchan aparece en otros cuadernos y ahora muestra cuán poco accidental es. 
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Vayamos entonces a un inicio distinto a los planeados: las columnas de Hércules o de Melkart, si quieren, en 1325. Más bien, a un centenar de kilómetros al oriente de ellas, pues nuestro guía, Ibn Battuta, abandonó hace días la ciudad erigida frente a aquél brutal encuentro del Mediterráneo y el Atlántico, en la cual nació.
Vayamos sin pretensiones de gran sabiduría y una carcajada por quienes las tienen con tan pocos méritos como nosotros. 
No conozco Argelia más que a través de una maravillosa película y las descripciones de diarios más o menos contemporáneos a la época en la cual estamos. Para ayudarme busco fotografías y redondeo la imagen de una tierra mágica. Battuta, nuestro personaje, descansa en una llanura cerca del mar, que en estos tiempos no cultiva la agricultura. Parece el eco del desierto del Sahara, muchos kilómetros a sus espaldas. En las fotos la tierra es rojiza y le crece una rala hierba. Por aquí las caravanas pasean hace cuatro mil años quizás. Las dirigen los bereberes seminómadas, cuyos rostros en las estampas de mi computadora muestran como seres salidos de un cuento. Visten túnicas muy bellas en su sencillez, y se cubren la cabeza y parte del rostro con telas de colores vivísimos: azules, anaranjados, rojos. Sus miradas guardan secretos que les dejan innumerables generaciones transitando a veces sin encontrar a nadie en días o semanas.
De no ser noche al fondo nuestros ojos distinguirían el filo del mar, y el cielo sólo se iguala en riqueza al de los sioux del Niño de Piedra, a quien me refería antes. Sin duda como éstos, los pastores trashumantes guían más sus jornadas por el mapa de estrellas que por el ciclo solar.
El perfume de los árboles de dátiles lo conozco bien, porque a cachos pasé mi infancia cerca de ellos. Emborrachan un poco, ¿saben?, de dulcísima, penetrante manera.
Battuta cubrirá tres veces la distancia que hará famoso a Marco Polo, el paisano de Cristóbal Colón cuyo diario de viajes alimentará el descomunal apetito en quienes dirigirán la conquista del Nuevo Mundo.
Hagamos un alto, Ohsis, pues el camino es largo.
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Saltemos cuatro siglos para encontrar al costado norte del Mediterráneo a un hombre singular para su época. Se llama Miguel de Montaigne y está en el estudio donde huye de su especie, pareciera, al fondo de una rica casona. La ciudad se llama Burdeos y 
pertenece a la Aquitania francesa, en la frontera con la España vasca. Nada más sé de ella y es una pena pues la región tiene una riquísima, enigmática historia, como cualquiera, dirán ustedes, y supera la norma, según creo. Hay muchas cosas allí que servirían a nuestros intereses y debo pasar de largo. 
Montaigne crea un nuevo género literario: el ensayo. Así, Ensayos, se llama la obra que escribe cuando queremos dar con él. Uno de los trabajos que van allí contempla asombrado la expansión ultramarina europea, que en esta primera etapa se concentra en la no hace mucho conocida como América, que también llaman Indias Occidentales en memoria y continuación de los delirios de Cristobal Colón y quienes lo apadrinaron. Imaginación sin control, ésta, que nace con Marco Polo. 
Don Miguel, el francés, dice entonces unas líneas soberbias: “Nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos, y nuestra curiosidad mayor que nuestra capacidad de entender; creemos asirlo todo y apretamos sólo viento”.
Para él eso hacen sus congéneres en el cuarto continente que conquistan a una velocidad de vértigo. Y el vértigo, creo, es la explicación del fenómeno perseguido aquí desde la caravana berebere. Bueno, una de las explicaciones. La otra relaciona íntimamente las palabras de Montaigne con una frase de Carlos Marx: "Todo lo sólido se desvanece en el aire". 
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Tengamos cuidado, S, E y Corte de medianoche, para evitar el común pecado: perseguir una idea pasando por encima de tiempos y lugares irreductibles. 
Imposible imaginar el mundo en los ojos y en la cabeza de Ibn Battuta. La religión no se resume, a la manera en que lo hará después, a ceremonias con las cuales se cree comprar un lugar en el cielo, exorcizar las ideas de nuestros enemigos ciertos o inventados, o conseguir trabajo y amor. 
Todo, incluidos la ciencia y el pensamiento empírico, están traspasados por el supra y el inframundo, y la compañía del dios o dioses de cada cultura y las criaturas maravillosas acompañan a la gente las veinticuatro horas del día. Por lo demás, el universo se dibuja de extraños modos en la mente, de acuerdo a donde se nace.
Batutta emula a la larga corte de viajeros musulmanes que dejan registro de sus andanzas en el peregrinar a la ciudad santa, con frecuencia desviando momentáneamente la ruta.
No resisto la tentación de la ciudad cuyas murallas dejó días atrás: Tanger, puerto lindero de la fantasía. A literal tiro de piedra, la Andalucía todavía joya de la humanidad, por más que no sea ya la de un siglo antes. Y a sus pies el extraordinario espectáculo de ese Mare Nostrum precipitándose de golpe al océano, circundante mitad de la esfera hace buen rato certificada por los estudiosos, como su diario giro, sus polos, etcétera.
Misterio infinito el de esas aguas de monstruoso volumen y un exudar a tal punto denso que los rayos del sol no penetran en él, de acuerdo a un genio a punto de nacer no muy lejos de aquí: Ibn Jaldun.  
De acuerdo a este gran historiador, geógrafo, filósofo, Tánger ocupa la "primera fracción" del tercero de los siete climas de los cuales está compuesta la tierra habitada, que se agota trasponiendo el Ecuador por el calcinar de la vida a manos del sol -la existencia al sur de zonas templadas o frías sería factible, y por lo tanto, de vegetaciones, animales, seres humanos, si a los continentes no los cortara casi de inmediato el océano, África incluida. 

Después y con una estúpida soberbia reirán de estos conocimientos mientras los reciclan, según veremos. 
No sabemos cuánto la visión de Jabdun sobre el planeta circula por la cabeza de Battúta al iniciar el largo paseo. Se despide de los padres de noble cuna y ocupa el puesto privilegiado en una de las caravanas que aprovechan el primer tramo de la ruta comercial a China.
Los pastores del campo trashumante que completan sus haberes con el pago en especie o moneda por la guía y protección a los mercaderes y peregrinos, en su movilidad acortan las distancias de las tierras a las que acaba de echarse nuestro viajero, de otra forma insoportablemente lentas y trabajosas.
El diario no registra mayor cosa de esas superficies semiáridas a lo largo del norte africano. Los motivos podrían entenderse considerando que Battúta escribe al fin de la experiencia, con un sinnúmero de estampas a la espalda sobre lugares asombrosos de suyo y en particular para él y ese occidente del Islam al cual pertenece -dejen para después lo que no entiendan, nietos y Corte.
¿Influye también la monotonía aparente? La exuberancia vegetal es una obsesión para los herederos de los pueblos árabes y bereberes. Pero a sus ojos los países desérticos o de trashumancia tienen una extraordinaria dignidad histórica y religiosa.  
Los guardias-pastores de seguro intuyen que ante los citadinos la naturaleza de estos llanos y montañas enmudece. De tal modo nuestro viajero parece condenado a caminar sobre la nada y no lo hace del todo gracias al tiempo, aquí perezoso, que permite a los sentidos apropiarse de formas, colores, texturas, sonidos, perfumes. Poco a poco distingue peculiaridades en comarcas a primera vista iguales. 
Sin saberlo o confesarlo al menos, constata las divisiones de las cuales hablará Jaldún. Aprende también costumbres de sus guías y vigilantes y algo intuye del mundo dentro de ellos. Y con una y otra cosa se habitúa a los pequeños cambios, preparándose para los de mayores dimensiones. Aun así, no pocas veces adelante será presa de un asombro que enfebrece la mente y le da material con qué fantasear en el diario.
Supongamos ahora, Ohsis, que el viajero corre la aventura sobre una nave por el Mediterráneo. Desde luego, lo que mal o bien percibe en la caravana simplemente no existiría y en consecuencia no habría mediación entre Tánger y Alejandría, digamos, el puerto con el cual comienza el encanto del diario. Sin tránsito pasaría de una ciudad donde el esplendor del Islam occidental cubre el sólido sedimento fenicio, a un adelanto del Medio Oriente puro. 
(Perdonen este tipo de acotaciones que de paso presumen falsamente un prolijo conocimiento. Inicié la aventura hace mucho y duró ocho años. Lo hice aprovechando un descuido.)
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¿Damos un brinco mucha más descomunal de lo que puede calcularse, para hallarnos tres siglos después que nuestro viajero, al borde de un río cuyo nombre se perderá para la historia, conocido después como Savannah, en la costa sureste de Nortemérica? Una pila de aventureros españoles cree descubrir allí a una reina de cuento, por el séquito que la lleva en andas, y no duda un segundo. Basta el collar de perlas entregado por ella al capitán en señal de cortesía, para que a punta de mosquetes, espadas y puñales se le ordene llevarlos a la aldea, donde tras expurgar el último rincón la rabia no se detiene ante nada, ya que no hay allí ni una perla más ni huella de las piedras preciosas que el delirio despertó.
Los tipos siguen un comportamiento nacido apenas Colón encontró lo que llaman Antillas por derivación del nombre dado a una mítica isla cuya imprecisa imagen rebota en la mentalidad mediterránea desde la antigüedad y una vez residencia de las áureas Siete Ciudades de Cíbola
Sintomáticamente los asesinos del
Savannah buscan esas Siete, con la misma febril locura que sus primeros antecesores en el Nuevo Mundo. Cuanto éstos hallaban estaba tocado por un delirio fantástico que junto a sirenas como las certificadas por el propio Almirante, manifestaciones de San Miguel Arcángel en aliento suyo, y cosas así, creían ver oro y joyas a granel. Por eso bautizaron las tierras a su paso como Puerto Rico, Costa Rica, Villarica, etcétera, según comprobaremos más tarde, si tenemos tiempo, claro. 
En la segunda década de la ocupación antillana, otro puñado de conquistadores abandona Santo Domingo tras rumores de abundatísimos depósitos de oro al occidente. Según algunos estudiosos, la región, a la manera de las islas antillanas en su conjunto, es rica en seres humanos. 
Ni rastro queda de ellos tras la furia que produce asesinatos masivos. Esa mitad de la isla queda desierta en un santiamén y se repoblará más tarde con esclavos que la negritud entrega a los costos quizás más altos en la historia.  
¿Qué clase de sarcástica, dolorosa mueca se dibujaría en el rostro de Montaigne si asistiera a los eventos? Solo viento en las manos que aprietan hasta el ahogo.
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Cada pequeño aspecto que tocamos, nietos y Corte, es extraordinariamente rico en actos, símbolos, pasado a sus espaldas. 
Las mitológica isla llegó a mis oídos buscando los orígenes del pueblo tradicional irlandés, al cual pertenece Brian O´Donnell. Lo hizo gracias al fantástico viaje de San Bandrán, un monje que encontraría así el paraíso perdido, como parte del gran suceso fundacional en el ser a quien Brian y los suyos representan.  
Recordé entonces una playa semioculta que conocí en tierras de mi abuelo. San Balandrán se llama y haciendo referencia al religioso aquél parece referirse más bien a otra legendaria aventura, derivación de la primera, emprendida por obispos ibéricos cristianos que huyendo del Islam contemporáneo a Battuta y Jaldún,en una isla atlántica fundan Cíbola. 
De seguir la pista a estos relatos orales o escritos, iríamos por aquí y allá en la Antigüedad del Viejo Mundo, topando a Simbad, entre otros muchos. 
Riquísima herencia, pues, que para la conquista de América tiene ya un sólo, voraz sentido, inconcebible, por lo demás. 
 
Primeras desvanecencias 
 
El ocaso de los dioses
-Atiende al título, Belarmo, abuelo. Es el mismo de la película que vimos. 
-En música la naturaleza es siempre Mi bemol -dice un tipo y no preguntaré nadie más sobre el Anillo de los Nibelungos, como llaman a la teatralogía toda, o sobre el propio Cantar. -Amor y poder, a eso se reduce la historia.
Vaya descubrimiento. ¿Qué triunfó en Wagner? Aquí su final, con el mismo título.
-El amor -concluye arrebolado nuestro guía, por televisión, en una serie ¿para difundir conocimiento o treparse al proscenio del Burgtheater, director emérito o don Richard redivivo?
¿Y nosotros qué escogemos, nibelungos callejeros? ¿Se nos tomó en cuenta cuando decidieron por el oro del ring? ¿A quién le consultaron al menos que aquello valía vidas?
El Cantar se escribió ya muy avanzada la estratificación social. Para entonces los pueblos germanos llevaban muchos siglos rozándose con Roma, sabiendo de reyes, cortes y esas cosas. 
Su héroe, Sigfrido, ejemplifica cuanto es detestable: "Cuatrocientos portaespadas debían recibir la investidura al mismo tiempo que el joven rey; muchas hermosas jóvenes trabajaban con afán, pues querían favorecerlos y engarzaban en oro gran cantidad de piedras preciosas. Querían bordar los vestidos de los jóvenes y valerosos héroes y no les faltaba que hacer...
"Muchos ricos de la clase media y muchos nobles caballeros fueron a la catedral: los prudentes ancianos hacían bien en dirigir a los jóvenes como en otro tiempo lo habían hecho con ellos; allí gozaron de placeres sin número y de no pocas diversiones...
"En el patio de Sigemundo el torneo era tan animado que las salas y el palacio entero retemblaban. Los guerreros de gran valentía hacían un ruido formidable (...) Sirviéronse con profusión ricos manjares y vinos exquisitos, con los que dieron al olvido sus fatigas...
"La fiesta se prolongó durante siete días: Sigelinda la rica, perpetuando antiguas costumbres, distribuyó oro rojo por amor de su hijo (...) Nadie se atrevió a insultarlo nunca y desde que tomó las armas apenas si se permitió reposo aquel ilustre héroe."
Poder, riqueza, muerte. Solo eso se loaba. Abajo, hambre pertinaz, absoluta indefensión ante los "caballerosos" saqueos, y trabajo y más trabajo, claro.
Los Malditos presentes continúan a Sigfrido. El Cantar se haría hoy narcocorrido, jeje. 
Juro que no soy fundamentalista y respeto el Anillo y el Burgtheater, y al tipo de la tele por mí que le den un canal -el de La Mancha, por ejemplo (no se rían; alguien a quien conocí declaraba: En llegando la revolución desapareceremos los parques; menuda frivolidad representan). 
Como sea, el motivo del Sigfrid no tenía rival en miras: quería a la morra más guapa de cien reinos. Ni palabra había cambiado con ella. ¿Su buenura lo impresionaba? Más bien, creo, que ninguna otra significara un premio semejante. Porque, aquí entre nos, sobre las facultades amatorias de él dicese nada. A Crimilda puede intuírsela en besos y sofocos. Eso y ya, pues los cantores no se aficionaban por tales temas. ¿Hay eyaculadores precoces en la Iliada, etcétera? ¿O registro de cuánto dura un ayuntamiento promedio entre familias reales? (¿Hamlet se masturbaba, por cierto?) 
¿Al genio literario lo respeto y no a su materia? A través suyo habla una época y universales preocupaciones.
En realidad, el Cantar no inicia bien a bien hasta que aparecen los nibelungos. Entonces pasa de vulgar himno a padrotes medievales, a algo verdaderamente grande. ¿Sí? 
Culminemos mi rastrero reduccionismo: qué de raro si Hitler adoraba a Wagner y al Cantar.
Lo estoy usando nada más, anónimo cantor altomedieval -¿o fueron muchos?; aprovecho para condolernos por la tardía versión que necesariamente llegó a nosotros (no hubo tal antes, se entiende, sino muchos cantos particulares), pues de fundar una lengua iba también el asunto (y una patria a la vez, y ahí está quizá lo grave en este no-enredo) ((oh, letra, muerta viviente, debieron inventar la grabadora y no la imprenta, dígome yo) (((y ya entrados digo Gracias, don Fernando de Rojas y anexas, por traer al pueblo pinolero a escena, y ustedes, Quevedo y Manco lepantoso, como no amarlos con su picaresca))) ((((¿la modernidad empieza en Shakespeare, seguro, Monsieur Víctor Hugo?)))) (((((como simpático, pásesenme los excesos; entrado a erudito, que a secas me lapiden).
No escribo esto por diversión, ¿saben, nietos? Buscaba material para El último viaje. ¿Lo obtuve? Desde luego debía proceder azarosamente, que es lo mío.
¿Aquí se acaba esto? Esperen tantito, ¿va?, cuando estamos a una semana de que marche, ¿cierto, Inesperada, viaje final 2?
Creyendo a Épica, Wagner escribió para todos. Es tan nuestro como de quienes produjeron enormísimos crímenes de lesa humanidad o los que los imitan hoy. 
Denasnémonos: "Pocos han descrito mejor que Alexis de Tocqueville el trauma provocado por los movimientos revolucionarios que sacudieron Europa en 1848: ´La sociedad estaba partida en dos, los que no tenían nada y permanecían unidos en la envidia y los que tenían algo y permanecían unidos en el terror´ (Recuerdos de la Revolución de 1848, 1893). El año que vio nacer el Manifiesto comunista de Karl Marx fue también el de la redacción del poema La muerte de Sigfrido, germen del proyecto musical más ambicioso de la historia hasta entonces, la tetralogía El anillo del nibelungo.
"No obstante, según siguió el rastro de la leyenda en las fuentes escandinavas –como los Edda o la Saga de los volsungos–, Wagner fue descubriendo un fascinante universo pagano en el cual la tragedia de Sigfrido podría adquirir una dimensión moral completamente distinta a la que habían tenido sus dramas cristianos. En estas otras fuentes -de carácter más arcaico que el poema alemán- la genealogía de Sigfrido le emparentaba con el dios supremo Wotan (Odín), mientras la reina Brunilda adquiría los atributos mágicos de las valquirias.
"Es entonces cuando Wagner decidió ampliar su proyecto inicial, anteponiendo primero un drama acerca de la juventud de Sigfrido y, poco después, añadiendo dos precuelas más que relatarían los orígenes míticos de la tragedia. El plan de El anillo del nibelungo, trazado en 1852 durante el exilio en Zúrich, constaría de un prólogo, El oro del Rin, y tres jornadas; La walkyria, Sigfrido y El ocaso de los dioses. La composición de la partitura se extendería durante 22 años, hasta finales de 1874...
"La comparación entre el Anillo y sus fuentes originales constituye por ello la manera más fiable y sencilla de internarse en el siempre resbaladizo ámbito de la hermenéutica wagneriana, pues los añadidos y alteraciones realizados por el compositor ofrecen las pistas más sólidas acerca de su pensamiento y sus intenciones.
"Dicho análisis comparativo revela de inmediato, por ejemplo, que mientras las dos últimas jornadas se atienen en sus hechos principales a las fuentes literarias medievales, el prólogo y la primera jornada están sometidos a un proceso de recomposición más intensivo e imaginativo. Pero también vemos que Wagner desarrolla un notable esfuerzo por trabar entre sí relaciones entre las esferas heroica y mitológica que, en las fuentes originales, están débilmente establecidas. Nos centraremos en dos de ellas: el Ragnarök y el despertar de Brunilda."
Poco te debemos, pues, Cantar contaminado por los grotescos salmos de caballería andante.
¿Tolkien nos dirá algo al respecto? Sí, en su obra más conocida y en La nueva balada de los Völsungos y La nueva balada de Gudrún, cuando menos.
Adolf, pasaste a chingar a tu padre y madre. No hay secular patria germana según te susurraron al oído, y aquellos fieros guerreros jamás habrían trabajado en tus campos de exterminio. Andas al fondo por la Divina Comedia, como los Reyes Católicos y otros contemporáneos y prolegómenos suyos: el Rey Arturo, los Templarios y esa retahila entera. 

Por qué Mauro dirige la Revolución Mundial
Mauro cumple su segundo mes de vida, hace lo que le corresponde y el resto estamos atrasados. Lupita, por ejemplo, debería interpretarnos la locura Trump en Irán y es como si se estuviera a punto de entrar al Palacio de Invierno -Revolución Rusa, octubre 7, 1917, para los ígnoros- y dijera: Pérense, me echo una chela -cerveza, pues- y saco la calculadora, jeje.

 -¿Qué es eso?
-Pues un paso entre montañas en la India, abuelo. 
-No se aparece nada a este donde estamos. ¿Cogiste la foto de Internet?
-Obvio, sino me dejas traer cámara. 
-Dame aquí. ¡Kanchenjunga, Himalayas! ¡Al noreste tibetiano cuando siguiendo a Battuta se trata de entra por Afganistan, al Sur! 
-Detalles sin importancia.
-Voy matarte.
No hay modo con mi mentor, ¿ven? 
-Además, ¿no habías dicho que regresábamos a Irán 2020, para aprovechar la crisis?
-Cago en dios. 
Como Lupita incumple su tarea y tras leer sesudos desatinos de nuestros grupos mexicanos, que se ponen geopolíticos y explican todo por los yacimientos petroleros que China quiere explotar, no queda nuevamente sino Fisk para explicarnos.
No lo encuentro y mientras escucho signos de distención: ""Régimen iraní no es suicida, no quiere confrontación con Estados Unidos: Tawil", y otra pieza maestra trumpiana: Estados Unidos "está listo para estrechar su mano (de Irán), para ver por la paz". 
-Les dio frío, jeje -dice el Jechuy. 
Ni Trump ni ayatollas, gritan 4Ts en redes.
Entonces el espíritu santo, contesto provocándolos.
Mejor Ninel Conde, tercia un anarquista poco confiable, refiriendose a una desquiciante mujer del espectáculo nacional. 
-Irán no entiende que debe dejar de culpar a "los estadounidenses". Sobre Trump -pienso. -Fisk, o vienes o te mando traer con el genio de la lámpara. Bueno, dio tips el día 4: "Todos hemos dicho que en Medio Oriente es posible empezar una guerra por accidente, pero a nadie se le ocurrió que Trump se iría a la yugular de este modo...
"Trump alardea de su relación con el rey saudiárabe, quien ha hablado de cortar la cabeza a la serpiente iraní y cuyas instalaciones petroleras fueron atacadas con misiles disparados por drones el año pasado, acto del que Estados Unidos acusa a Irán. ¿O será de Israel? ¿O es sólo una decisión más tomada por el orate presidente...

"Qasem Soleimani era uno de los hombres más poderosos de Irán, aunque la Guardia Revolucionaria Al Qods, de la que era dirigente, no es el ejército de élite del que a Irán le gusta alardear.
(...)
 "...el aeropuerto internacional de Bagdad era el último lugar en el que uno esperaría ver que un dron estadunidense..."
Otra experta escribió: "...Trump inició el conflicto militar con Irán completamente solo, ya que carece de apoyo político interno, debido a la desconfianza de los demócratas hacia su gobierno, pero también sin apoyo de sus aliados internacionales como Gran Bretaña..."
-¿Dónde vas, Belarmo? -pregúntole cuando lo veo salir como alma que lleva el diablo. 
-A la huelga francesa. 
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-Fecha -dice el abuelo -que luego nos perdemos.
-Madrugada del 11, enero, 2020, año...
-¡Basta!
-Sí jefe. 
Tenemos vaga idea del proceso boliviano y Chile confío se transparente con los nuevos informes. Respecto a Argelia, nada...
-Ni Libano, Siria... 
-Palestina sufre y resiste, como siempre. A África negra no hay tiempo para ir, por ahora.
-Tampoco Asia, mira tú. ¿Y México?
-Vuelve a parecer viviendo un nuevo maderismo. Estados Unidos es gran interrogación con las últimas "locuras" trumpianas. El stablishment tradicional se diría reafirmándose, en tanto salida estabilizadora.
-¿Y Sanders, Ocacio y demás?
-Pregúntales. ¡Ay! No me osties otra vez.
-Seriedad. 
-Volvamos con Battuta... o Wolf, mejor, ¿no?
-Yo qué sé. ¡Quiero acción, no palabras!
-A andar, pues.
-¿No íbamos en camello?
-¿Por estas sierras? Bueno, el camello fue llevado de Asia...
-¡Para!
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-Esta cordillera parece el Hindukush.
-Caminos, dije.
-Saca la canoa.
-¿Cuál?
-¿No traes? Pues ahora sí la hicimos, porque en algún momento tendremos que cruzar el Tungabhadra.
-Nos pegamos a la caravana.
-Sí, tú de saco y yo con jeans.
-¡Calla!
-Esto en nuestros siglos ha de llamarse el Punyab. O Pakistan.
-"Ha de." Solo aproximaciones contigo.
-Entrada al sultanato de Dheli, según todo indica.
Pastores y todavía aquí quienes cazan en pequeños caballos mongoles.
-Tribus.
-Sí, que no hace demasiado ayudaron a construir el inmenso imperio de Gengis Khan.
-Todo tan efímero.
-Un auténtico subcontinente por donde ha cruzado casi cuanto pueda imaginarse.
-Vamos a China, no olvides.
-Aquí anduvo Alejandro Magno, no menos idiota que yo, jeje (Ni loco).
-De refilón, jeje. No entró.
-Y al Islam le tomo unas décadas extenderse para siempre.
-Cosas veredes.
-¡Carámbolas, abuelo, quijoteando, jeje...! Deja ese carrujo de dinamita, haz el favor.
Ni modo, a leer, huevones, que aquí la tarea es de todos. (No lo harán, por supuesto, pues el híper acelera y logramos detenernos sino cinco minutos, cuando mucho. Belarmo y yo nos debemos a ella y les resumimos. El texto completo de esta parte lo encontrarán al final.)
-Explícale a estos brutos, abuelo.
-Pues que si vemos el mundo en estos tiempos, encontraríamos algunas constantes geográficas. Como una "gran cadena de montañas que corre en dirección este-oeste cruzando la masa (...) euroasiática. Elevándose desde las abruptas serranías del sur y del occidente de China, la cadena asciende a las alturas del Kunlum, los Himalayas y el Pamir, ´el techo del mundo´, y llega a la Cordillera Elburz y luego al Cáucaso, a los montes Cárpatos, los Alpes, para terminar en
Estos son los Elburz, en Irán. De por allí venía Battuta ahora.
los Pirineos. En ocasiones estas montañas retardaron el contacto entre el norte y el sur; otras veces, gargantas en las cadenas alen-taron ataques y movimientos de poblaciones...
"El corredor pastoral facilitó movimientos centrífugos; las zonas arables (...) distribuyeron de manera centrípeta a la gente hacia los terrenos de su aldea. Esta dicotomía (...) conformó una parte considerable del curso de la actividad humana en el Viejo Mundo; a veces dividió a los pastores de los aldeanos, y a veces indujo su interacción.Ya.
No hace mucho de este 1334, el khan mongol Hulágu reuniendo gente, entre otra, de por donde Belarmo y su servidor van, produjo un colapso en tierras labriegas cercanas a los Elburz a nuestra vista. Colapso, dije. O sea, algo que conmueve y obliga a la transformación. 
-¿Seguimos andando, buelu?
Lee: "Al norte de la cadena euroasiática de montañas estaba la estepa, amplio corredor que partía de la estepa de Mongolia en el este, cruzaba las estepas Kirghiz y rusa y llegaba a la estepa húngara en el corazón de Europa central. Éstas fueron las rutas predilectas de los nómadas pastores." 
-Nos perderemos. 
-¿Aquí?
-Y en cualquier sitio adelante. Es emocionante, hermoso, y solo eso pueden pescar unos como nosotros. 
-¿Quieres volver?
-No, unos días más está bien, ¿te parece? Guardando silencio.   
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Wolf: "Para entender este mundo del 1400, debemos empezar con la geografía. Un mapa del Viejo Mundo revela ciertas constantes físicas, una de las cuales es la ugran cadena de montañas que corre en dirección este-oeste cru-zando la masa de tierra euroasiática. Elevándose desde las abruptas serranías del sur y del occidente de China, la cadena asciende a las alturas del Kunlum, los Himalayas y el Pamir, "el techo del mundo", y llega a la Cordillera Elburz y luego al Cáucaso, a los montes Cárpatos, los Alpes, para terminar en los Pirineos. En ocasiones estas montañas retardaron el contacto entre el norte y el sur; otras veces, gargantas en las cadenas alen-taron ataques y movimientos de poblaciones. En el norte de China, los Han tuvieron que construir su gran muralla para mantener fuera a los mongoles y a los turcomanos, y dentro a los chinos. En Turquestán los ca-minos que iban hacia el sur penetraban en Irán y la India. En el Oeste, los invasores, cruzando el Valle del Danubio, llegaban al corazón mismo de Europa. Cualquier mapa impreso en las guardas de un libro nos muestra una segunda constante, la distribución de las grandes zonas climáticas, que favorecieron diferentes vegetaciones naturales y, por consiguiente diferentes tipos de habitación humana. Este mapa nos muestra de inmediato una gran faja de terreno seco que se extiende al este y al oeste, del Sahara y los desiertos de Arabia, por la llanura de Irán, y que llega hasta Turquestán y Mongolia. Es la región de los pueblos pastores, que llevan sus rebaños por los pastos disponibles a lo largo de los linderos de los desiertos y de las estepas. Ahí el cultivo sólo cs posible alrededor de las fuentes permanentes de agua de los oasis. Al sur de esta zona seca de desiertos y estepas se hallan el bosque y la sabana tropicales y subtropicales, cargadas de humedad, que suelen ser muy apropiadas para el cultivo, como ocurre en el occidente de África, la Llanura Gangeática, las penínsulas e islas del sudeste de Asia y el sur de China. Al norte de la zona árida se extienden los bosques. Al oeste de los Montes Urales, la región boscosa es lluviosa y cuenta con una larga temporada de cultivo; por ello, al desmontada constituye un buen terreno agrícola. Al este de los Urales, el bosque es más seco y más frío; se vuelve la taiga, que es un bosque de coníferas de tiempo frío, que junto con la tundra circumpolar, sin árboles y cubierta de líquenes, es una faja que constituye el hábitat predilecto de los cazadores del bosque. Ahí se aventuran muy raramente los agricultores, en tanto que los pastores hallan difícil mantener con vida a sus animales. Al comparar la distribución de la tierra agrícola cultivable y mejorable con la del desierto y la estepa, surge en seguida un contraste significativo. La distribución de la faja seca es continua; la de la tierra cultivable cs salteada y forma islotes. El corredor pastoral facilitó movimientos centrí-fugos; las zonas arables distribuidas en porciones distribuyeron de manera centrípeta a la gente hacia los terrenos de su aldea. Esta dicotomía entre estepa y siembra conformó una parte considerable del curso de la actividad humana en el Viejo Mundo; a veces dividió a los pastores de los aldeanos, y a veces indujo su interacción. En la porción noroccidental de África la zona de cultivo está circunscrita principalmente a la vertiente mediterránea al norte del Atlas, en tanto que al sur y al oriente está limitada por estepas y desiertos. En el Valle Sus y en el Rharb de Marruecos, en las llanuras de Shclif y Mitidja en Argelia y en la llanura Medjerda de Túnez se cultiva el trigo, que fue importante para sostener a las cortes y élites locales. Al este de Túnez se encuentra el oasis de Trípoli y más allá está Egipto, el gran oasis formado por el Nilo. Sus granos alimentaron a Roma durante los días del Imperio romano, y de ahí en adelante desempeñó la misma función para Bizancio, para los árabes de Damasco, y después de 1453 para los otomanos. Bizancio y el Imperio otomano dependieron cada vez más de las tierras del bajo Danubio y de los litorales del Mar Negro en cuanto a su abasto de granos. (Véase mapa en la guarda final del libro.) Pequeños islotes de cultivo se abrieron en las laderas escalonadas de Palestina; hubo también grandes oasis agrícolas en Antioquía y Damasco. La estepa siria, cultivada en tiempo de los romanos y nuevamente en el siglo xx, ecológicamente es marginal y durante mucho tiempo estuvo abandonada a la ocupación de los nómadas pastores. En Anatolia la agricultura es posible a lo largo de las playas del Mediterráneo y del Mar Negro y en algunas parcelas de la meseta montañosa, pero el resto es estepa y hacia el sureste reaparece el desierto. Irak, la tierra entre el Tigris y el Éufrates, fue enormemente productiva en otro tiempo. Sus sobrantes de pro-ducción, debidos en parte a obras hidráulicas, fueron la base de diversos Estados desde los tiempos acadianos; la construcción de obras hidráulicas de toda especie llegó ahí a su máximo bajo la dinastía sasánida de Irán (226-637 d.c.). Pero con la conquista islámica y el concomitante crecimiento de Bagdad, que llegó a ser una capital de más de 300 000 habitantes, la riqueza agrícola y los recursos humanos se sacrificaron cada vez más a la ciudad, lo cual a su vez llevó a una disminución en el rendimiento agrícola y a una reducción constante en el monto del tributo obtenido (Adanes, 1965: 84 ss.). Un golpe final a la productividad fue la invasión de los mongoles a mediados del siglo >un pues el khan mongol Hulágu destruyó las obras de riego del valle inferior. Más allá de la cadena montañosa de Zagros se encuentra la meseta iraní, que en su mayor parte es desierto y estepa, aunque hay cultivos en puntos aislados a lo largo de una faja de abanicos aluviales que se extienden alre-dedor del borde interno de la cadena montañosa. A veces se ha llevado el cultivo a la región más seca por medio de túneles subterráneos (qanats), que por gravedad llevan agua a lo largo de la capa freática a campos lejanos. La aridez y el desierto restringen el cultivo en Afganistán y Baluehistan, situados al oriente. A pesar del predominio de desiertos y estepas hostiles en toda esta región, una cadena de oasis urbanizados basados en la agricultura de riego propor-cionaba paradas de descanso y estaciones de abastecimiento a las caravanas que iban al este o al oeste. La más importante ruta de estas caravanas fue cl Camino de la Seda, que empezaba en Antioquía en el norte de Siria, cruzaba Rai (cerca de Teherán), luego atravesaba Meru y Balj (Bactras) y llegaba a Kashgar_ Ahí se bifurcaba y tomaba la dirección norte o sur del Desierto de Taklamakan (sur de Gobi). La senda septentrional llevaba a Kucha y Karashahr, y la meridional a Yarkand y Khotan. Ambas sendas volvían a juntarse en Tunhwang en el Kan-su chino, desde donde se internaban en China. Kashgar, que Marco Polo ensalzó por sus jardines y viñedos, era un centro importante de comercio de larga distancia, habitado, según palabras de Marco Polo, por gente "que viaja y comercia en todo el mundo". De Kashgar salía otro camino hacia el norte, hacia Samarcanda, y de ahí seguía a Sarai en el bajo Volga, desde donde era fácil llegar a los mares de Azof y Negro. A todo lo largo de la escarpa septentrional de la gran cadena eurasiática de montañas había también bolsones de tierra arable que podía cultivarse si se mantenía alejados a los pastores que consumían tanta agua y pastos. Así pues, una cadena de regiones cultivadas muy separadas entre sí formaba un gran arco que partiendo de los Montes Atlas de Marruecos llegaba a Kan-su, en las puer-tas mismas de China. Las regiones agrícolas estaban conectadas por rutas de tráfico y comercio. Esta gran cadena se unificó, política y religiosamente, sólo una vez en la historia, cuando los ejércitos del Islam se abrieron en abanico al este y al oeste partiendo de la Península Arábiga en el curso de los siglos VII y VIII de nuestra era. Después, se rompieron los eslabones de la cadena y nunca más volvieron a unirse. La separación política se exa-cerbó aún más a causa del sectarismo religioso, pues cada clase de segmen-tación reforzaba a las demás. Una segmentación aún mayor debilitó muchos de los eslabones de la larga cadena. Regiones agrícolas separadas dieron lugar a entidades políti-cas separadas, que internamente estaban limitadas por los recursos a su alcance, y también expuestas a las incursiones y saqueos provenientes de más allá de sus fronteras desguarnecidas. A esta estructura geopolítica tan suelta, la mantuvieron unida conexiones de comercio y de fe religiosa, que trascendieron las limitaciones de cada componente aislado y que pudieron en ocasiones sumar recursos en una escala más amplia; sin embargo, como carecían de una fuerza política unificada que las defendiera, estas asocia-ciones estuvieron expuestas a constantes interferencias y rupturas. Al norte de la cadena euroasiática de montañas estaba la estepa, amplio corredor que partía de la estepa de Mongolia en el este, cruzaba las estepas Kirghiz y rusa y llegaba a la estepa húngara en el corazón de Europa central. Éstas fueron las rutas predilectas de los nómadas pastores. La conversión de la pradera del sur de Rusia en tierra de cultivo permanente tuvo que esperar la derrota de los pastores y sus khanes por los rusos en el siglo xvn. Más allá de la pradera rusa, hacia el oeste, se encuentra la península europea que es una zona de bosques templados que se pueden desmontar y cultivar. Sin embargo, el desarrollo de esta península más allá del Medi-terráneo romano, fue muy lento. Rodeada casi por completo de agua —el Mar Báltico, el Mar del Norte, el Atlántico y el Mediterráneo—, esta vecindad del agua podría convertirse en una gran ventaja pero sólo si los litorales se defendían contra merodeadores provenientes del norte y del sur. Esta tarea no se pudo realizar por completo sino hasta el siglo tx de nuestra era. Al mismo tiempo el despejo de los bosques europeos tardó milenios. No fue sino hasta el año 1000 cuando el equilibrio entre bosques y tierra de cultivo se inclinó en favor de los labriegos. Entonces se desarrolló el cultivo seguro en tierras apropiadas defendibles militarmente, situadas entre el bosque y el mar, con frecuencia donde algún río importante proporcionalmente en las regiones de Bihar y Bengala. Ahí, el arroz era la cosecha principal, que se cultivaba con riego suplementario cuando la precipitación anual era de sólo 100 a 200 cm, y cuando las lluvias eran muy copiosas (más de 200 cm) defendían sus cultivos con represas y diques. El avance de la agricultura de riego en el este y sur de Asia desplazó a las poblaciones que empleaban sistemas de cultivo menos intensivos. En la India, los cultivadores intensivos hacían presión contra las tribus que practicaban la agricultura de tumba-roza-y-quema, como eran los mundas y los oraoncs de Bihar. En China el pueblo han asumió su identidad histórica conforme se desarrollaba su economía política basada en el riego, cosa que ocurrió después del 700 a.c. Al sur de ellos estaban los "bárbaros" no-hanes que hablaban mong (miao), yu mien (yao) y tal. Conforme los kanes avanzaban par eI río Yang-Tse hacia territorio "bárbaro", incorpo-raban algunos grupos que tenían similitudes agrícolas y políticas con ellos, al mismo tiempo que rechazaban a los cultivadores de tumba-roza-y-quema a regiones más montañosas o inhóspitas. En otras partes los cultivadores migratorios se retiraban para proteger sus sociedades fundadas cn la familia, de las presiones debidas a exacciones políticas y económicas. El resultado de esto fue que las poblaciones restantes de minorías no-hanes han existidq en las montañas del suroeste de China y en las vecinas Birmania, Tailandia, Laos y Vietnam desde los siglos mi y xm. Estos mis-mos procesos se repitieron en menor escala en las tierras bajas cuando sc desarrollaron núcleos de agricultura de riego, en tanto que los habitantes de las colinas recurrían al cultivo de tumba-roza-y-quema en las inaccesibles y montañosas tierras del interior".
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